Los ucranianos pretenden mantener la normalidad en sus actividades y así lo pidió su presidente. Contrario a cualquier pensamiento externo, algunas actividades de extremo ocio sigue habilitadas.
“Deben preguntar a la vuelta” nos responde el conserje del primer hotel casino que visitamos. Teníamos la información de que los casinos siguen funcionando con normalidad. Efectivamente. Sólo restó mostrar pasaporte y completar una planilla con datos de alojamiento y situación de estadía para obtener una tarjeta de créditos para jugar.
El “First casino” tiene tres salas, de tamaño muy reducido, donde los visitantes pueden jugar diversos slots o ruletas electrónicas. Sí se tomó un recaudo: los juegos de paño no están habilitados. Es decir, quienes quieran olvidarse por un rato de la guerra y el asedio invasor, no pueden jugar al BlackJack; Punto y Banca o Póker, pero sí a lo que antiguamente se conocía como tragamonedas.
Aunque incomoda a los viejos jugadores la ausencia de croupieres, la voz de la camarera invitándolos a comprar un trago de la carta sirve de consuelo e incentivo para afinar la cábala del próximo tiro.
Fuente: El Litoral
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