Aunque natural en la corteza terrestre, el arsenico se ha convertido en una preocupación latente en Argentina debido a su presencia en el agua que consumen millones de personas. Este elemento tóxico puede ingresar al agua mediante procesos naturales como la disolución de rocas y minerales, o por actividades humanas como la minería, la agricultura y la industria.
Se encuentra en todo el sur de Córdoba y Santa Fe, en La Pampa y Mendoza. En el norte, en particular en Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa, también está en el 70 por ciento de la provincia de Buenos Aires, particularmente lo que es el corredor de la ruta 5, como son las localidades de 9 de julio, Bragado, Casares y Trenque Lauquen, y también zonas aledañas a Mar del Plata.
El consumo de agua con niveles elevados de arsénico durante largos períodos puede derivar en graves problemas de salud. Entre los más alarmantes están el cáncer de piel, vejiga y pulmón, enfermedades cardiovasculares y daños en órganos como los riñones. Esta problemática incluso tiene nombre: Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE).
En el 2011 se llevó a cabo la creación del mapa colaborativo, impulsado con el apoyo de la ONG Nutrired. El equipo recibía muestras de agua enviadas por la ciudadanía, analizaba los niveles de arsénico y brindaba una devolución personalizada, mientras incorporaba cada vez más datos al mapa nacional. Actualmente, el proyecto cuenta con cerca de mil muestras.
Hoy en día cualquier persona puede contribuir enviando muestras de agua al Laboratorio de Ingeniería Química y Medio Ambiente (LIQMA), ubicado en Iguazú 341, Ciudad de Buenos Aires.
Para más info: www.expofunes.com.ar